III - METAFUGA

1. Historia


Facer la Vía del Calatraveño debiera ser obligación impuesta a todo estudiante ajeno a Palencia, Salamanca o Alcalá, et aún a aquellos destos cuya aspiración principal foeran las letras.





La historia verdadera de la vía sólo las letras pueden narrárnosla e a Santillana, marqués don Iñigo López de Mendoza que foera, puesto que él si fizo la del Calatraveño e supo emparentarse con aquellos grandes d’España que ostentaran título de maestre mayor de las grandes órdenes militares.

Mas la historia va más allá comenzando, precisamente, en Calatrava…

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HISTORIA de las ÓRDENES PRINCIPALES



Los almohades habían irrumpido en España poniendo en jaque al reino de León tras haberse apoderado de las principales ciudades y plazas de Andalucía y Alfonso VII El Grande, rey de León y de Castilla, nombrado emperador de España, no contaba con fuerzas suficientes para deshacerse del enemigo.

El fragor de las batallas enseñoreábase de Extremadura, sur del antiguo reino de León, cuando don Suero Fernández Barrientos, caballero de Salamanca, deseoso de coadyuvar a la causa cristiana, convocó a ricoshombres e hidalgos castellanos para emprender empresa de la que habrían de salir más airosos y con gloria si cabe.

Como queda dicho, los almohades irrumpen en España en el 1145 y en dos años toman Cádiz, Tarifa, Algeciras y Sevilla y se extienden ampliamente. La respuesta de Alfonso no se hace esperar y recupera Calatrava preparando una formidable expedición contra Almería, convertida en un peligroso puerto pirata; cuenta con el apoyo de los más importantes adalides de Castilla, León, Asturias, Galicia, Navarra, Barcelona, Aragón, Montpellier, Pisa y Génova. La ciudad se rinde en 1147. Alfonso continúa sus campañas por Andalucía tomando Jaén, Andújar y Guadix, derrotando a los almohades a las puertas de Córdoba.

Pero Almería vuelve a caer sin que el rey llegue a impedirlo. Alfonso muere este 1157 dejando a su hijo Fernando II el reino de León y a Sancho III el de Castilla, desapareciendo con esta división la titulación de emperador.

Volvamos a Suero Fernández. Cuando buscaba lugar para entablar batalle apareciese el ermitaño Amando, sabedor milagroso del compromiso adquirido, y señalóles a tal objeto un punto que coincidía con aquel en que la ermita estaba enclavada. Reunidas las tropas, don Suero fue nombrado jefe y don Gome lugarteniente. Antes de la batalla, el obispo de Salamanca les dio unos estatutos para que la organización cívica fuera bendecida y participara del carácter de ejército cristiano. El reglamento que se les donó fue el de la Orden del Císter, bajo la advocación y nombre de San Julián de Pereiro.

Pereció don Suero en la batalla y don Gome alcanzó la jefatura y recibió los honores de Fernando II, quien les donó el castillo de Alcántara del que tomaron la denominación, y aceptaron como insignia la cruz de Alcántara en sínople.


Sin embargo, las vicisitudes del reino de León no eran nada en comparación con los peligros que acechaban al de Castila, a la que correspondía la defensa de los territorios conquistados y entre éstos, la codiciada Calatrava.

Los monjes soldado había nacido en Palestina y actuaron repetida y provechosamente en la cruzada española (Caballeros hospitalarios de San Juan de Jerusalén, Santo Sepulcro y Templarios, principalmente). Sin embargo, la frontera estaba en manos de los templarios, quienes a la muerte de Alfonso VII viéronse incapaces de sostenerse en la plaza.

Ningún caballero osó reclamarla

Encontrábase en Toledo el abad del convento o monasterio Fitero de Navarra, Raimundo Serra, llamado por este motivo fray Raimundo Fitero, y un monje del mismo: fray Diego Velásquez, que instigó a aquél para reclamar la plaza consiguiendo que les fuera otorgada. Recorrieron Castilla y Navarra reclutando a más de 20.000 hombres con que repoblar la frontera y a los que instruyeron con las reglas del Císter, fundando la orden de Calatrava a la que posteriormente Alejandro III dio el visto bueno definitivo, adoptando la cruz que lleva su nombre en gules.



Para entonces ya había muerto Sancho, cuyo efímero reinado duró aproximadamente un año, dejando a un hijo, Alfonso, de tres años, por cuya tutela pelean las dos familias castellanas más poderosas de la época: los Castro y los Lara, además del rey de León, Fernando, que ansiaba de esta forma recuperar para sí todos los territorios paternos.

En tanto, los sarracenos amenazan con llegar hasta la mismísima Santiago, 1160, pero un grup de doce aventureros decídanse a expiar sus pecados luchando contra el invasor, designando como jefe a don Pedro Fernández, natural de Fuente-Encalada, en la diócesis de Astorga, hombre de gran temple, valeroso, resuelto y de gran firmeza, quien solicitó de Fernando II la aprobación adoptando las reglas de la orden de San Agustín bajo la advocación del apóstol Santiago, estableciéndose inicialmente con el protonombre de frailes de Cáceres en esta provincia.

El jefe era el Maestre, con un consejo asesor de “los Trece”. Los caballeros guardan castidad conyugal, oración, ayuno, mansedumbre, humildad y practican el ascetismo. Más tarde Alfonso VIII les dará la plaza de Uclés como sede definitiva. Batallaron los siglos XIII al XVI adoptando la cruz de Santiago en gules.

Posteriormente Jaime II de Aragón pidió a Clemente V autorización para formar una nueva orden que acogiera todos los bienes de los desaparecidos templarios y Hospitalarios para evitar que caigan en manos ajenas. En 1317 Juan XII les extendió una bula al efecto adjudicando a la orden de Montesa todo lo que antes poseyeran los otros en el reino de Aragón.

El castillo de Montesa fue la sede, y la insignia como la de Alcántara en sable, cargada con una cruz llana de gules


A pocos kilómetros al sur de Calzada de Calatrava, en la provincia de Ciudad Real, se encuentra el paso obligado hacia el sur por Sierra Morena.

Un cañón natural sito entre dos inmensos peñascos, clave para la defensa de la frontera entonces enclavada en este punto, evitando así el desplazamiento de los invasores por el resto de la Península. A ambos lados del paso se establecieron el castillo y el monasterio fortaleza de Calatrava, en los que tenían su hogar todos los caballeros de la Orden.

Parece, además, y así podría apuntarlo Vicente Espinel, padrino de la Tránsfuga, que los estudiantes citados en su libro que se dirigían de Antequera a Salamanca, tuvieran paso obligado por estos campos, en donde el vino rinde fiel homenaje cotidiano al enemigo de Neptuno, para algunos ebrios constantes, siendo aún más graciosa su aseveración por cuanto la sal marina es sinónimo de mofa, aún no siendo marina…


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2. Lenguaje

Resultóse de lo dicho que hobimos de repasar la historia de la lengua, pues que necesidad habríamos de entendimiento si a fe que realmente hobiéramos sido depositados en el auténtico siglo al que queríamos ferir con la punzante esbeltez de nuestro calzado.
Tras repasar escritos de épocas parejas, no estándose del todo consignada la fecha exacta de la cruzada, pues que a paisanos y despistados pupilos universitarios produjérales obnuvilación cronológica, cual si la indefectible continuación de la misma vida no fuera sino un contínuo suceder de día y noche, hobimos de diferenciar de tan amplia época abarcada, un lenguaje culto, ya en transición, al que debería unirse la jerga popular y campesina, con constante utilización de nuevas palabras que, benévolamente, han venido traspasando académicas fauces para su deglución y gestación ya como propias del idioma.
En tan inmenso campo nos vimos inmersos que decidimos adoptar una amalgama de vocablos cognoscidos desde que don Gonzalo de Berçeo decicióse escribirlos para mayor gloria de la nasciente lengua y entendimiento mutuo de escribidores y lectores.
Ardua tarea hobiera sido la de intentar fijar una fecha y más aún esclarecer los términos adecuados a cada instante, pues a buen seguro que el emplear términos antiguos nos habría valido más de un disgusto, y no es que ello nos arredrara, que jamás buen español, siquiera goliardo, habrá saboreado estas debilidades.
No nos arredraba, no, mas, y que los dioses no nos sean propicios si a ello non foera debido como causa sola, pero el tener que servirse de la lengua para concertar los víveres fue motivo suficiente para relajar un tanto las normas, a más abundamiento si el temor a una lluvia de piedras foera inminente, pues sabido es que dios los cría y ellos se juntan, y en los pueblos de la Mancha predominan recios hombres junto a no menos recios cascotes.
A más, ¡qué diantre!, ¿fue acaso la norma linde suficientemente alta para que no foera saltada a placer por los ágiles estudiantes? ¡Cuánto más por nos, impulsados que íbamos por el numen directamente fluyente del Parnaso!

3. Ciencias necesarias para la Fuga


Medecina
¿Qué mejor medicina que la natural, a más de que solamente ella habría de ser nuestro manto y piel y abrigo. Dermis? Esculapio e todos los sabios galenos de la historia habrían de vernos evolucionar.

¿A qué preocuparnos en suma si el mismo Apolo estaba al fin del camino aguardando nuestra llegada y observando desde le Parnaso nuestros pasos?
No obstante estos detalles, sin confiar excesivamente en la Fortuna que como femenina es voluble y antojadiza, y tampoco deben ser cargadas sus espaldas en demasía, norma evidente y no ajena a quien se precie de ser caballero, y lo es el tuno, como ya se dijo.
Por todo parecen convenientes:
  • Para traumatología: vendas estériles e gasas
  • Infusio salicis, vulgo aspirina, milagrosa panacea pro sensu dolores carere
  • Intestinal y digestivo en general: antiácidos y antidiarreicos, torminum intestinales, pues mala cosa foera ir ligero en viaje en el que hasta el paso habrá de ser lento y el bocado tardo y por estas razones mayormente aprovechados.
Y basten estos, paresciendo pocos, porque léase cuanto agora sigue...

Botica - Pharmacopea botánica
Porque ya que a campo e tierra estamos invitados, qué mejor ciencia que la de la botánica para mantenernos alerta y en forma:
  • Para la garganta: agrimonia, zarza espino, mirtillo-albahaca, detienebuey-gatuña, naranja, menta, salvia, romero.
  • Mirtillo-arándano y tormentila para los aftas
  • Limón, eucalipto de los antípodos y agrimonia en las anginas
  • La angélica, anís, comino e hinojo que impedirán imprudentes aerofagias generalmente mal consentidas por los vecinos y aún peor soportadas.
  • Enebro, grama, cebada y parietaria versus morbos veneris
  • Romero, salvia, mejorana, orégano, rosa, malva, lavanda, malvavisco, mirtillo y menta en las colitis.
  • Zanahoria, col, castaña de India, cebolla, orégano, albahaca, laurel, rosa, mirtillo, borraja, angélica, regaliz, bardana-lampazao, canela, verbena, primavera, prímula y ajo contra afonías, catarros y gripes.
  • Aceituna, berro menta, mirtillo, ruibarbo, naranja y romero contra la debilidad del viajero.
  • Contra digestiones difíciles: menta, salvia, flor de brezo, mejorana, serpol-tomillo, fresa, romero, manzanilla, canela, ajenjo, jengibre, lirio, genciana, angélica, achicoria, nuez, nuez moscada, clavo de olor, ruibarbo, limón, lúpulo, melisa-toronjil, orégano, hierba doncella-vincapervinca, cagarría-morilla, pimiento, eneldo, hinojo, cilantro, pastinaca-chirivía, zanahoria, anís.
  • Perejil contra el ardor de estómago y nepenta en los calambres estomacales. Aquilea-milenrama, trébol de agua, pequeña centaura, girasol, marrubio, salvia, ajo, tila, menta, menta-poleo, orégano y lavanda en los dolores de estómago.
  • Tomate, cebolla, aquilea-milenrama, gordolobo, bardana, malva y ortiga en los hemorroides.
  • En las contusiones, torceduras e inflamaciones: primavera-prímula, árnica, perejil, hisopo, manzanilla, aceituna, perifollo-cerafolio.
  • Orégano y romero calma las tortícolis.
  • Contra el insomnio: manzanilla, albahaca, espino blanco-majuelo, anís, adormidera, lechuga, trébol de agua, rosa, pasionaria, pasiflora y tila
  • Col y salvia evitan pesadillas
  • Para las picaduras de avispas y abejas higo y perejil; plantaina-llantén y perejil en las de insectos en general y retama y lavanda contra las de víbora.
  • Malvavisco y lino contra el prurito
  • Gordolobo en el panadizo
  • Manzanilla, albahaca y tomillo en el orzuelo
  • Para los doler de cabeza salvia, tomillo, tila, verbena, trébol de agua, angélica, lavanda, serpol-tomillo, primavera-prímula y limón
  • Si son de muelas: azafrán, patatas, perejil, ajo, cardo de Venus, clavero y láudano
  • Perejil y saúco en el oído
  • Las dolorosas quemaduras se calman y curan con patata, calabaza, col, hiedra, zanahoria, gran consuelda, manzanilla, menta, tomillo, rosa, aceituna, ajo, agrimonia, malvavisco, lúpulo, plantaina-llantén, saúco, teucrio-germandrina, cola de caballo, corazoncillo-hipérico, laurel y aquilea milenrama.
  • Para la ronquera, cebada, regaliz, higo, hisopo, culantrillo, piñón, col alquililla, zanahoria, limón, manzana, pulmonaria, gordolobo, tila, tomillo, lino y saúco.
  • Contra la tos borraja, lechuga, aciano, malvavisco, helio-énula campana, marrubio, orégano y col
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